La Intuición también cuenta
Como complemento de la razón -a la que no debe sustituir-, la intuición genuina constituye un valioso recurso a cultivar y estimular, no sólo, desde luego, para la toma de grandes decisiones. No todas nuestras voces interiores son intuiciones, pero la intuición viene con su marca de autenticidad y solemos reconocerla.
Cada día nos rodea más información en la toma de decisiones y puede que, como nos recordó también Malcolm Gladwell, se nos diluya o desdibuje lo esencial (o que precisamente lo esencial se nos oculte). Según el caso, el exceso de datos podría resultar tan negativo como el defecto, pero además no dominamos todas las variables frente al tener que tomar desiciones. No podemos estar seguros del futuro que se nos presenta, y ni siquiera de las consecuencias de las decisiones más cotidianas, que quizá abordamos con falta de serenidad, como también de pensamiento conceptual, analítico, sintético, holístico, sistémico, reflexivo, crítico, conectivo, abstractivo...
Al plantearnos una gran decisión, estratégica o simplemente compleja, por un lado podemos carecer de algunos conocimientos precisos o manejarnos en la incertidumbre, y por otro, derivamos inferencias no siempre acertadas sobre lo que sabemos o creemos saber, y se nos escapan otras deducciones más valiosas, junto a detalles significativos. Al final acudimos, sí, a voces interiores que pueden llegar de la conciencia o del inconsciente. Además de posibles intuiciones y sin que seamos siempre conscientes de ello, pueden aparecer en escena influencias, apegos, intereses, conjeturas, temores, inquietudes, deseos, prejuicios, etcétera.
Como resultado de todos los factores, podemos llegar al acierto o al error, pero, a juzgar por los resultados que genera, la intuición genuina merece ser identificada con rigor y desarrollada: Constituye, si la cultivamos debidamente, una especie de guía interior, un recurso al que acudir. La relacionamos con el inconsciente, pero no todo lo que llega de él es intuición. Diríamos que no es intuición todo lo que reluce.
*La razón y el conocimiento explícito no deben ser sustituidos, sino reforzados en caso necesario por la intuición.
*Debemos distinguir la intuición genuina de prejuicios, creencias, conjeturas, presiones, inferencias, intereses, temores, obsesiones, influencias.
*La intuición nos acompaña en la toma de decisiones, como en la comunicación, la solución de problemas, la creatividad, el aprendizaje, las oportunidades.
*En cada individuo y circunstancia, hay factores que catalizan la expresión intuitiva y otros que la obstaculizan o bloquean.
*La intuición se nutre del inconsciente heredado y adquirido, pero no todas las intuiciones parecen llegar del inconsciente, ni es intuición todo lo que viene de él.
*La intuición genuina se acompaña de cierta convicción característica que mueve a la acción; pero no todas las convicciones declaradas poseen naturaleza intuitiva.
*La intuición es plural no sólo en el significado que le damos, sino igualmente en sus manifestaciones, en las fuentes de que se nutre y en los contextos en que nos asiste.
Sin duda vale la pena cultivar la intuición auténtica, distinguiéndola de otras voces interiores y sometiéndola siempre al acuerdo de la razón, a la que complementa y no sustituye. Lo cierto es que cuando tratamos de definir la intuición, en realidad la limitamos, pero podemos recordar lo que nos decía la doctora Frances Vaughan: “La intuición nos permite recurrir a la enorme provisión de conocimientos de los que no somos conscientes, incluyendo no sólo todo lo que uno ha experimentado o aprendido intencionada o subliminalmente, sino también la reserva infinita del conocimiento universal, en la que se superan los límites del individuo”.
El lector puede haber experimentado intuiciones diversas recientemente, aunque también puede no recordarlo… A veces sucede que nos acostamos pensando en un problema que nos preocupa y ocupa, que le damos vueltas en la cabeza, y a la mañana siguiente, al despertar, nos aparece una solución en la conciencia, como si de un regalo del Ratoncito Pérez se tratara. No es preciso que levante la almohada cada día, pero sí observe su conciencia por si encuentra alguna nueva idea… Gracias por su atención.
Autor: José Enebral Fernández
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